YO ME PREGUNTO

¿Cómo cuidar a las personas de los abusos?

Veo por TV, transmitida en directo, una manifestación numerosa de ciudadanos bolivianos en Parque Avellaneda. Piden por su derecho a trabajar aun en condiciones de (semi)esclavitud. Insultan a sus conciudadanos que denuncian la situación indigna. Responde a una lógica perversa y por ello tremenda y concebible.

La boletería TBA de la estación Ciudadela, línea Sarmiento, ramal Once – Moreno, está cerrada. El cartel que está en la boca de expendio no da más datos que el estado de situación; nada de sus causas. La gente se ordena e insulta en forma contenida. Uno de los viajantes comienza a hablar infructuosamente contra el vidrio espejado tras el que algún empleado calla y, tal vez, se caga de risa de su cara ciega. Nadie explica nada y, en correlato, nadie sale de la cola. Me vi tentado de gritarles que pasen pero me pareció que si no se daban cuenta solitos, era inútil. No voy a poner de manifiesto mi rol de iluminado revolucionario. Antes de llegar a casa, desde un teléfono público, llamé a TBA (0800 333 3822). Me explicaron que todo se debía al paro del personal autorizado a retirar el dinero de la recaudación y suministrar monedas. Por eso "no se podía hacer nada" y no me podían "brindar ninguna solución". Después de discutirle un rato al muchacho seguramente también explotado, logré que asentara mi reclamo. Más tarde llamé a la CNRT (0800 333 0300) e hice lo propio. Me mandarán a casa sendas cartitas. Los de la cola nunca se enterarán.

Eso. Nada más.