martes, junio 28, 2005

LAS PALABRAS Y LA(S) COSA(S)

Pues no es posible que exista un conocimiento, Cratilo,
si todas las cosas cambian y nada permanece.
Cratilo, 440a

El nombre que puede ser nombrado
no es el nombre permanente.
Lao Tse, 1


Grande el alborozo de los presentes que reían, golpeaban el piso con un pie, una vez, muchas veces, repetidas veces, lento o más rápido, a veces acompañando con las manos, mientras expandían el pecho a veces para tomar aire, otras veces cuando levantaban los brazos y dejaban colgando los antebrazos, como barras de un péndulo del que colgaban también las manos, fijas o moviéndose como péndulos también ellas, agitadas, mientras exhalaban y mostraban los dientes. A veces. Y todos festejaban y se deleitaban de la ocurrencias y preguntaban gritando:

–¿Y qué es ahora?
–Una rosa.
–¿Y ahora?
–Un ejemplar del De vanitate scientiarum.
–Y ahora ¿qué es?
–Un gato con moño.

Y así se pasaban largos ratos, horas interminables, despanzurrados, apelotonados, arremolinados, mesmerizados, despreocupados, gramatizados, anabasiados, estetizados, discontinuados, enfanfarronados, sanforizados. Todos todo le preguntaban y él, conciente de la muy honorable tarea que su condición conlleva, siempre respondía las preguntas de la reducida turba que le oficiaba de corte.

–¿Qué es ahora?
–Una isla
–¡Ahora! ¡Ahora!
–La voz de un loco que no significa nada
–¿Y así?
Coup d’etat.

El Gran Hermeneuta se hacía, entretanto, una trenza con el pelo largo que le caía sobre el hombro.

–¡Qué es! ¡Decidnos qué es!
–Agua.
–¿Esto?
–Un gol.
–¿Y ahora?

A veces se cansaba.

–Un agujero negro.

Y por trillones de miles de millones de años se acababa el palacio, la corte, el gato gordo, los gritos, las manos como péndulos, el ejército de dientes de las risas.

Scrach.

Swap.

¡Qué singularidad!

domingo, junio 26, 2005

OPERAR SOBRE LOS CUERPOS

Incomoda. Se inflama. Molesta. Duele.

El viernes fui objeto de una intervención menor. Después de una oportuna radiografía, los ínfimos restos de lo que supo ser una muela de juicio me fueron removidos. La cirugía fue indolora pero levemente cruenta, con tijera quirúrgica metiéndose en mi encía y todo. Había infección en las raíces, algo que no había advertido antes de que me lo dijeran. Pero hubo otra cosa un tanto más preocupante. El odontólogo se sorprendió al notarlo pero me lo dijo recién al final: "¿Cómo te hicieron un conducto en una muela de juicio? Es una locura..." Yo no lo sabía. Sí, que alguien había andado por ahí haciendo de las suyas, pero no que había sido un tratamiento de conducto en la de juicio. Al fin de cuentas, nadie puede ver lo que le están haciendo dentro de su cavidad bucal.

Dos días después sigo destruido, desganado, dolorido y con el estómago resentido por la eritromicina, el diclofenac, el paracetamol.

Lo peor es saber que algunos pueden darse el lujo de operar sobre nuestros cuerpos sin dar mayores razones, sin explicación alguna sobre la naturaleza de sus actos.

Lo que queda de mí, sigue así de mal.

domingo, junio 19, 2005

"NO HAY HECHOS; SÓLO INTERPRETACIONES"

Entonces, el Gran Hermeneuta sonrió.

En ese instante todos los presentes suspiraron con alivio. Sabían -habituados como estaban- que la sonrisa del Gran Hermeneuta servía siempre de antecedente a una declaración.

–Es un hombre tocando un piano–, dijo.

Y la Gran Sala estalló en un aplauso unánime.

Zanjada la cuestión que tuvo en vilo a Palacio por ocho horas y un tercio, todos asentían, muchos se llevaban las manos a la cabeza, algunos se palmeaban las espaldas y dos o tres tosían nerviosos. El Gran Hermeneuta se estiraba la punta del bigote derecho con la cabeza un poco erguida, levemente ladeada hacia la izquierda y con la mirada distante, fija en un punto más allá de los cristales de la ventana mayor del ala norte de la sala. Un gato gordo, blanco y negro, jugaba con un hilo que colgaba del mantel de la mesa de banquetes. El Oficial a cargo comenzó con los preparativos para, una vez acabado el brindis, desalojar a todos los distinguidos visitantes que se habían dado cita desde la mañana en los pasillos de Casa Real. Todo al mismo tiempo.

Lo más curioso es que después de tantas horas de tocar y tocar, después de los aplausos que siguieron a la sentencia del Gran Hermeneuta, después de que al gato gordo se le enredara el hilo en la pata y tirara tan fuerte que todo, mantel y vajilla, se le fuera encima y de que el Oficial a cargo instruyera concienzudamente a tres de sus subalternos en el orden en que las personas deberían retirarse según estricto protocolo, el hombre que tocaba el piano interrumpió su ejecución de manera abrupta, se levantó del taburete y se retiró por una de las puertas laterales de la sala sin siquiera saludar a los presentes.

Ya no había hombre que tocase el piano.

Entonces, el Gran Hermeneuta volvió a sonreir. Aunque, segundos más tarde, continuaba en silencio.

sábado, junio 18, 2005

DEL INTERÉS PÚBLICO

No es tarde. De alguna forma puede que haya servido para tomar un poco de distancia para ver las cosas con un poco menos de indignación. Pero no: es posible que los días pasados no hayan hecho más que incrementar el estado de desengaño. Me lo tuve que aguantar, quedarme musa, esperar a que se me pasara. Y Chiquilín dejó ese comentario, ese que me ponía torito, que me dejaba la pelota picando y yo, ahí, con los tapones de punta y bien caliente. Porque parece que la cosa es así y sólo importan los tapones de punta o los cuatro dedos levantaditos de un mexicano que se le da por ponerse jodón. Yo no sé como es el asunto por Guadalajara, si la gente se calienta porque le levanten un dedo o cuatro, pero el tipo debería saber que acá, con eso, no se jode. Porque el fútbol no es joda: es lo que importa. Es lo único que importa porque si no, no se explica. No se explica la primera plana del diario Crónica del miércoles. En realidad se explica bien. Para Crónica, nunca tan firme junto al pueblo, la noticia era esa, la principal, no otra. Crónica sabe lo que en verdad le interesa al Pueblo. Y acá –sí, f!, acá es donde te metés en problemas porque los “intelectuales marxistas” se te van a poner locos, porque cómo se te ocurre utilizar la expresión “pueblo” de esta manera– acá lo que importa es si, como la foto atestigua, Benítez le puso un terrible gargajo a un jugador de las Chivas mexicanas, lo que importa es el hincha sacado que entró a la cancha a darle para que tenga al bruto jugador que, en su supina ignorancia de la cultura ajena, fue a levantarle los dedos a la hichada de Boca, de Boquita, faltándole el respeto de esa manera a la mitad más uno de la Argentina. Porque Boca es Pueblo y Pueblo es Boca. Boca y Pueblo son convertibles. Eso es de lo que hablaba (casi) todo el mundo con que me cruzaba por esos días.

Las leyes de punto final y obediencia debida, leyes de impunidad y no de perdón como insisten en nombrar impropiamente otros diarios –La Nación más que ningún otro, firme a Ese Otro Pueblo que siente o piensa diferente si es que el Pueblo, siente o piensa algo, si es que se anotició de algo más que del fútbol–, fueron derogadas por la Corte Suprema en un 7 a 1 en nada parecido al resultado final del Boca - Guadalajara.

Las leyes de impunidad que mantuvieron en la calle por décadas a asesinos, ejecutores, torturadores de miles de personas que en su mayoría hoy ya no están, esos entes que “no están ni vivos ni muertos, están desaparecidos”.

Y los cómplices sociales de turno que hoy todavían se indignan por el para ellos “revanchismo setentista” que no hace más que mirar al pasado en lugar de mirar hacia el futuro y así construir una verdadera patria. Una patria que, como consecuencia, esté llena de pobres e indigentes, de “piqueteros cortando calles”, víctimas del modelo por el que siguen bregando y pidiendo mano dura y orden. Así, la tribuna de doctrina de Mitre no hace más que publicar cartas espeluznantes de manera desembozada que deberían contemplarse como verderas apologías del terrorismo de estado.

¿No? A ver: veamos algunos fragmentos de la carta firmada por una tal Comisión Directiva de Foro de Almirantes Retirados, publicada hoy en las Cartas de Lectores de La Nación:

“El trágico episodio de la guerra contra la subversión terrorista ha sido
particularmente distorsionado hasta llegar a cuestionar el accionar de los combatientes”.
Combatientes que para ellos no son más que adalides de los valores patrios.

O “que se combatió en ese marco legal e institucional al amparo de leyes, decretos y reglamentos aprobados por autoridades competentes es tan cierto como la ley de la gravedad y sólo un empecinado ideologismo puede esforzarse en demostrar lo contrario” . Ellos atienden a la absoluta naturalidad y normalidad de tales leyes, reflejo humano de la ley eterna. Ellos, los mismos que de legalizarse el matrimonio homosexual o el aborto, se negarían a aceptar leyes que vayan en contra de la Ley Natural, también reflejo de la Ley Divina. En cambio, si la ley cae con el peso de la ley de la gravedad sobre los vientres de las desaparecidas y detenidas en centros clandestinos de detención (seguramente producto de la distorsión histórica a la que fueron sometidos los hechos por quienes, también para ellos, obtuvieron la “victoria psicológica” y hoy están en el poder), si cae sobre los subversivos a quienes hacen alusión, entonces la ley es noble y justifica cualquier acto inhumano con tal de librarnos de la amenaza marxista que atenta contra nuestra sociedad occidental y cristiana.

"Por otra parte se debe destacar que en la guerra, la decisión y violencia con que se la enfrenta son factores determinantes para alcanzar el éxito en el plazo más breve posible, aspiración ésta que representa el aspecto más humanitario de cualquiera de ellas. A la guerra se llega cuando en las etapas previas del conflicto las negociaciones políticas fracasan. Los militares no negocian, sólo combaten y cuando se trata de terrorismo lo hacen mediante el contraterrorismo. No existe terrorismo bueno o malo, sólo terrorismo y contraterrorismo, cuyo accionar estaba y está reglamentado.” Ahhh... ¿era un accionar humanitario? Haberlo sabido antes... ¿era una guerra? Ahora está todo justificado ¿era contraterrorismo reglamentado? Perdón: pensabamos que era terrorismo de estado...

"Las consecuencias de esta absurda situación sobre nuestros militares en
actividad está debilitando peligrosamente (
n. de f!: el resaltado es mío) su autoestima y su consideración por parte de una ciudadanía engañada por una persistente propaganda. Si hubiera delitos como el haberse beneficiado a costa de semejante tragedia, ésos sí deben ser juzgados con todo rigor.” ¿La culpa es de la peligrosa propaganda montonera que hoy gobierna? Esta carta es la peor propaganda que se puede esperar de quienes se escudan en el anonimato de una patética “Comisión Directiva” que tiene una dirección de mail que la dota de absoluta seriedad y autoridad: "galmirantesr@yahoo.com.ar"...

Mientras tanto, el Pueblo sigue muy preocupado por las injustificables acciones de Benítez y el hincha de Boca anónimo que hoy, desde la clandestinidad profugada, reclama justicia y disculpas por los horrendos actos cometidos por la invasión mexicana a la honra del Pueblo. De Boca. Boquita. Que es todo lo mismo.

lunes, junio 13, 2005

BLOG ART

Esto (también) es un post.

domingo, junio 12, 2005

JUAN JOSÉ SAER

Juan José Saer (1937 - 2005)


Hoy me desperté tarde. No objetivamente tarde, no tarde a los usos y costumbres de la mayoría; tarde para mí. Todos los domingos desayuno fuera de casa y me dedico, en el bar, a leer los diarios. No esta mañana. Me levanté pensando en que voy por la mitad. Ayer le había hecho saber a Bo que por primera vez Batman "is younger than us". No pareció importarle en lo personal, así que debo andar con el pensamiento recurrente manifestándose cuando puede, como puede. Decía, entonces, me levanté y me vestí. Frente al espejo descubrí los pelos demasiado alborotados como para sosegarlos con un peine. No tenía ganas de lavarme la cabeza. Tengo el pelo limpio, siempre. Pero, por lo general, al levantarme el desatre capilar es tal que no puede solucionarse sin mediación de shampú. Opté por la gorra de lana negra. Bajé, compré en el almacén una pastafrola, jugo de naranja y otros insumos. Compré el diario y subí de nuevo al departamento. Preparé el mate, corté la pastafrola en cuadraditos y me senté a leer las noticias. Wainfeld y Verbitsky, Feinmann y Dillon. Mi ánimo se dejó ganar por un incipiente estado de desasosiego en los dos últimos textos. El peronismo y las particulares dinámicas familares de la sociedad jujeña son mucho para una sola mañana de domingo, sin solución de continuidad, entre mate y mate. Seguí leyendo y descubrí lo que anoche se me había mantenido oculto. A los 67 años murió en París Juan José Saer. Leí de él sólo un par de novelas. Pensé –y me sentí un poco cretino al hacerlo– que si quisiera dedicarme a la lectura de su obra, a partir de ahora sería más fácil organizarme. “A los 67 años...”. Me miro de pies a cabeza –no me saqué la gorra de lana una vez dentro de casa– y descubro en mi atuendo un casual e involuntario luto.

Se fue Saer a los 67 años. Parece que sí. Que, con suerte, voy por la mitad.

Eso. Nada más.

sábado, junio 11, 2005

MÁS COSAS EN LAS QUE ESTUVE PENSANDO HOY

El clima en la ciudad apesta. No es que hoy haya estado especialmente desagradable; fue un día por momentos nublado, con sol asomándose en algunas oportunidades, con una temperatura tolerable, más bien alta para esta época del otoño. A diez días del invierno no hay señales de que el que maneja los fenómenos meteorológicos se haya anoticiado. La semana deparó sensaciones térmicas cercanas a los 30 centigrados y días de lluvia y humedad poco gentiles. Los que leen este blog desde Buenos Aires –supongo que la enorme mayoría– no están enterándose de nada que no hayan padecido. Los de las lejanías se estarán preguntando a que conduce el inexplicable informe climático.

Ni idea. Pero lo cierto es que hoy siento sobre mi cuerpo el resultante de lo arriba expuesto. Se manifiesta con un estado símil gripal, leve, pero incómodo. Molestia en la garganta, estado de laxitud corporal, molestias musculares en cada punto del cuerpo (con mayor énfasis en extremidades inferiores, superiores y hombros), desgano. Esto motivó a refugiarse en casa, leer, escuchar un poco de música, cocinar y, especialmente dedicarse a mirar televisión. Los últimos meses –siete, para ser más preciso– la práctica televisiva había sido progresivamente depuesta para focalizarse en fugaces recorridas por canales noticiosos antes de salir por las mañanas para enterarme de cuánto abrigo llevar o qué había pasado en el mundo que a los medios le hubiera resultado de particular relevancia. El resto del tiempo, banda ancha mediante, consultaba la web, leía blogs, buscaba data sobre lo que estuviese llevando adelante por esos días o miraba alguna película alquilada o prestada por todos esos enfermos del cine que me rodean.

El resultado de la vuelta al electrodoméstico deparó reflexiones de todo calibre. Estos son algunos ejemplos:

- El gran hallazgo documental en Discovery Channel fue Mithbusters, cazadores de mitos. No puedo dejar de reírme con Adam Savage y Jamie Hyneman. Los muchachotes andan por ahí poniendo a prueba cuanta leyenda urbana se les cruza. El episodio del tipo al le cae un rayo, aparentemente, por llevar un piercing en la lengua, el cañon medieval hecho con un tronco que explotó y se cargó a media aldea y las ineficientes formas de pasar la prueba de alcoholemia es brillante. Estos tipos son lo más.

- El programa Creencias por Infinito es interesante. Sobre todo en los momentos en que absolutamente todos los presentes –conductor incluido– le caen encima al representante del catolicismo. Hay en la mesa un rabino, un sheik, un swammi, un filósofo agnóstico y algún invitado. Pero la cosa se resuelve siempre dándole maza al pobre cura que dice cosas insostenibles totalmente convencido y con cara de bueno. Muy entretenido.

- La publicidad de Sony Entertainment Television se limita exclusivamente a promover productos de Sony, división electrónica. Una corporación que se termina mordiendo la cola y alimentándose de sí misma. Y de todo lo demás, obviamente. Presenciar el advertising de los productos promocionados –i-pods, celulares con cámara digital, hometheatres, televisores de plama– inaccesibles para la enorme mayoría de los latinoamericanos, resulta por lo menos, obsceno. En la Argentina enormemente empobrecida por las políticas económicas neoliberales impuestas por los centros del poder económico, ni qué decir.

- En general soy dado a las series. Este año había comenzado a ver la cuarta temporada de 24 y la tercera de Enterprise. No probé con Lost o con Battlestar Galactica no sé por qué.

La serie de Kiefer Sutherland me aburrió al tercer episodio. Desconozco el motivo; no es que estuviese por debajo de las expectativas. Un par de viernes por la noche fuera de casa me hicieron perderle el ritmo también a la heredera de Star Trek. Ayer ví, por tercer viernes, la última. Hoy, en maratón me puse al día con cuatro episodios de la primera. Punto de contacto entre ambas: torturas en todos los episodios. No de una; de ambas. No en la mayoría; en todos. Picanas sofisticadas o improvisadas con una lámpara, golpes de puños, tortura psicológica, máquinas diseñadas para hacer perder el sentido del tiempo o la estabilidad de la psiquis, privación de terapias médicas, amenazas de muerte sobre familares, etcétera. Claro, dirán: los malos deben (a)parecer muy malos. NO: los sujetos activos de la tortura, los victimarios eran, en todo los casos, los buenos. El agente Bauer o el capitán Archer, quintaesencia de los valores por los cuales se mantiene vivo y en orden una nación o un planeta entero. Y, también en cada caso, las infelices situaciones venían acompañadas de toscas justificaciones sobre por qué se hacía lo que se hacía. El cuestionamiento de una novia o el médico, testigos involuntarios, de poco sirven: “si no podés tolerarlo, salí del cuarto” o “entonces habrá que torcer un poco la ética” son respuestas válidas cuando los propósitos son tan nobles.

En esta era, resulta evidente, el Imperio tiene que poder justificar su política, su ética, con productos de consumo popular que sean realistas y que preparen el campo para que los idiotas de turno -de los niños a los no tanto- acepten que el mundo es así y debemos cuidarnos de terroristas que atentan contra lo que tanto nos costó conseguir. O están con nosotros o contra nosotros. Esa impúdica lógica binaria en la que todo acaba por resolverse.

Eso. Nada más.

jueves, junio 09, 2005

CONVERSACIÓN DEPUESTA

“Yo no quiero que piense tanto...
Yo voy a rezarle a tu santo, para que te puedas soltar...”
K.J.

Lo obvio, dice, debe inferirse. No merece ser dicho. No merece ser puesto en palabras. No requiere ser actualizado en la palabra. Parecería ser que ciertas cuestiones deben reservarse al campo de la lógica.

Lo que subyace –por definición, oculto– debe mantenerse velado. Lo que no se enuncia, lo que no se pronuncia, sirve al propósito de la denuncia –íntima– contra el orden impuesto. Para quien entiende – peor– como orden auto-impuesto. Lo que pretende imponerse debe deponerse. Y, así, quedo en el medio de ese no-decir como prenda de combate, rehén de lo no dicho.

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«El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo. La emoción proviene de un doble contacto: por una parte, toda una actividad discursiva viene a realzar discretamente, indirectamente, un significado único, que es “yo te deseo”, y lo libera, lo alimenta, lo ramifica, lo hace estallar (el lenguaje goza tocándose a sí mismo); por otra parte, envuelvo al otro en mis palabras, lo acaricio, lo mimo, lo converso acerca de estos mimos, me desvivo por hacer durar el comentario al que someto la relación.»
(Roland Barthes, “La conversación”, Fragmentos de un discurso amoroso)

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“Lo que está y no se usa nos fulminará”
L.A.S.

La veo y callo porque no me fue dado ese otro campo (¿de refriega? ¿de contacto?) que es el del discurso. Ese otro orden en que el habla reproduce, como una caja de amplificación, el vacío que media –como un hiato– entre los cuerpos.

A veces digo y la palabra resuena en un eco sordo que se abisma.

No decir para no someterse a las cadenas de la imposición y de los usos.

No decir. Eso es lo que a la larga te mata.

domingo, junio 05, 2005

machista!

Alyssa Milano, Andrea Frigerio, Andrea Galante, Angelina Jolie, Anna Kournikova, Anna Paquin, Annette Bening, Ashley Judd, Asia Argento, Cameron Diaz, Carmen Electra, Catherine Zeta Jones, Charlize Theron, Charlotte Gainsbourg, Chloë Sevigny, Christina Applegate, Christina Ricci, Dominique Swain, Elisabeth Shue, Elizabeth Hurley, Elle MacPherson, Emmanuelle Beart, Florencia Bertotti, Geena Davis, Gillian Anderson, Gwyneth Paltrow, Halle Berry, Heather Graham, Jenna Elfman, Jennifer Connelly, Jennifer Garner, Jennifer Love Hewitt, Jeon Do-yeon, Jeri Ryan, Jessica Alba, Jolene Blalock, Julia Roberts, Julianne Moore, Julieta Díaz, Juliette Binoche, Kate Hudson, Kate Winslet, Katie Holmes, Keri Russell, Kim Basinger, Kirsten Dunst, Kylie Minogue, Lara Flynn Boyle, Laura Prepon, Lena Olin, Linda Fiorentino, Liv Tyler, Luisana Lopilato, Maggie Gyllenhaal, Maggie Cheung, Malena Solda, Marcela Kloosterboer, Maria Grazia Cucinotta, Marisa Tomei, Meg Ryan, Mena Suvari, Michelle Pfeiffer, Milla Jovovich, Mira Sorvino, Monica Bellucci, Naomi Watts, Natalie Portman, Nicole Kidman, Pampita Ardohain, Peta Wilson, Radha Mitchell, Rebecca Romijn-Stamos, Renee Russo, Renee Zellweger, Sabrina Garciarena, Selma Blair, Sharon Stone, Tea Leoni, Teri Hatcher, Thora Birch, Tia Carrere, Ziyi Zhang...

PS: estuve pensando post posible por horas. Al notar que de nada sirve ponerse reflexivo a la hora de esperar feedback, ficcionalista decide abandonar el estrecho sendero para ver si logra un poco más de movimiento en los comentarios. Las damas pueden enviar su descargo inquisitivo. Gracias.
Eso. Nada más.

CRÍTICA ficcionalista!

Zhang Yimou - La casa de las dagas voladoras (China, 2004)

Otra vez el amor lo arruina todo... pero qué bien pelean. Zhang Yimou - Shi mian mai fu (China, 2004)

miércoles, junio 01, 2005

DEL AMOR (PLATÓNICO) Y OTROS DEMONIOS

Los tópicos, a veces, insisten en cruzarse ante nosotros como inquietantes instrumentos, cómplices de una salvaje voluntad schopenhaueriana. Como autómatas recorremos nuestras memorias –esos inestables constructos, precarios marcos móviles de los que somos, si no víctimas, al menos esclavos más bien dóciles– y las ideas se nos pegan al conciente como garrapatas. Nos conducen por esos pasillos pocos frecuentados de la mente, nos hacen pensar en quiénes fuimos, en qué creímos, cómo nos proyectamos, cómo llegamos a donde sea que estemos. Uso –yo, de mi hablo– ese plural inclusivo como para atenuar el peso de semejante servidumbre, de tamaño destino de títere, por eso de que mal de muchos bien sirve de consuelo a los tontos, pero de ninguna manera pretendo participar al que lee de situaciones que bien pueden serle en absoluto ajenas. Uno –que por impersonal tampoco deja de ser el que escribe y una de las tantas maneras de eludir el yo prosaico al que cada quien esté acostumbrado– tiende a volverse sustancialista para no renegar solo y anda echando mano del recurso a la "naturaleza humana" para mitigar las consecuencias de esos viajecitos interiores de los que vuelve con las manos llenas de preguntas y nunca con una certeza, con una mísera certeza siquiera pegada a la suela del zapato o mal prendida de una botamanga del pantalón o de la punta de la falda.

El amor platónico es el tópico que motiva semejante digresión. El amor platónico del que tantos hablan (hoy por lo menos dos a quienes leo o escucho; muchos más, seguro enamorados, sobre la faz de la de la desamorada tierra). El amor platónico que no hubiera dejado un cobre al pobre Platón que habló de otra cosa. Porque nada tiene que ver el amor platónico con andar por ahí –perdón, GC– perdiendo el sentido por otra persona que no lo sabe, o que lo sabe pero se lo calla, o con la que no desea uno pegarse una revolcada o que lo revuelquen, o con quien uno no espera compartir un crédito en el Banco Hipotecario o los más humildes estantes de una biblioteca para renegar un día por ese espacio vacío en que tan bien lucía el grueso volumen de la Historia de América Latina que ya no sabe ser ahí. (Observen –además de dispensar el paréntesis– que el amor que ya no es, superada la angustia de la pérdida, la carencia, la incompletitud, acaba siempre por manifestarse bajo otra de las formas de la ausencia, principalmente, hiatos tremendos en los estantes que acumulan libros y discos.)

El amor platónico es un camino de ascenso que va de las formas sensibles bellas a la misma idea–eterna, abstracta e inasible– de belleza. Hombre de sensibilidad superior, no sabemos cuán borracho estaba Platón al articular semejante idealización (ab)usando para ello (de) la boca de Sócrates mientras vaya a saber uno con qué trozo de carne ocupaba la suya. Porque el amor platónico, después del Banquete lo sabemos, en nada se contrapone con la enfebrecida delectación morosa o el desatado abandono a la hora de los bifes.

Así es como el amor platónico más tiene que ver con estar en absoluto fascinado con esa persona que elude el estereotipo de belleza tan redondamente como para que quienes nos conocen no puedan dejar de preguntarse cómo puede ser posible que devinamos en tal estado por la vida con semejante esperpento. Es ahí que vendría en nuestro auxilio el novedoso concepto, que humildemente me animo a proponer, de amor cartesiano: el corazón tiene razones que la razón no comprende.

Creo yo que ya es hora, con tanta amorosa agua corrida bajo el puente, de reclamar ante el Tribunal de la Historia por alguna forma de amor aristotélico que venga a poner un poco de orden en semejante despropósito.

Digo.

Eso. Nada más.