jueves, junio 15, 2006

VEINTE AÑOS Y UN DÍA


Busco entre los libros. No está, sin embargo, puedo releerlo en el considerable volumen de la obra poética completa. “Suelo comenzar por el final”, sonrío mientras considero el hábito. Mi habito con los diarios, las revistas; con las críticas literarias, las notas y las crónicas. Suelo empezar por el final –me permito– y recuerdo contra la apreciación misma, la lectura de “Las ruinas circulares” cuando tenía 13 años. Pero eso no cuenta porque se trataba de una manifestación temprana, de un hecho más o menos aislado, fortuito, programado en una planificación escolar. A los 17 fue cuando un profesor me lo prestó junto con algo de Octavio Paz. Era Los conjurados, era bastante nuevo, era de tapas oscuras y de título verde, eran “Juan López y John Ward", era un escritor anciano que había renunciado a cualquier pretensión vanguardista: “Somos el tiempo. Somos la famosa / parábola de Heráclito el Oscuro. / Somos el agua, no el diamante duro, / la que se pierde, no la que reposa”.

En el estante en el que no está Los conjurados hay una extensión considerable colonizada por libros cuyos lomos están marcados con su nombre –todavía la más considerable en extensión entre todos los estantes aunque hoy otro portugués desafía inexorable y fatalmente su vocación imperial.

Durante años, su fantasma era una presencia poderosa y gravitante que anidaba, como el núcleo de un trauma, en el interior de todo escrito. El imperativo de matar a ese padre tremendo se presentaba entonces como una necesidad ineludible. J., mi amigo, temeroso de padecer esa infección del alma y del estilo, de sufrir el terrible contagio, todavía hoy renuncia a su lectura. Una vez lo engañé y fue esa mentira un acto tan definitivo que ayer me lo volvía a recordar. (J., una confesión innecesaria –vos lo sabés bien–: no escribo por indolencia, incuria, lasitud, impericia. No por el pobre ciego que hace veinte años y un día, moría con smowing.)

Y muerto para el mundo y para mí, ahora eterno, conmemoro así: J.L.B. es enorme, es Bach, es un aleph, es King Kong, es un übermensch literante, es Alí, el Empire State, Pierre Menard, todos los hombres, amo de Beppo, mojón, pequeña galaxia y río fluyente también, como Heráclito, a quien honra entre sus versos.

6 comentario(s):

Blogger Nono Trakinas supone...

Borges siempre me pareció aburridamente ortodoxo en general, sin embargo tiene escritos que van mucho más alla de su estilo, más ala de su tinta. Eso se demuestra en "Borges y yo", por ejemplo.

(quiero escuchar de/generaciones, ja, fui al ciclo de jazz y no llegúe a comprender por qué la gente se iba del lugar antes de que termine)

16 junio, 2006 16:19  
Blogger mer supone...

qué lindo el post.

16 junio, 2006 16:28  
Blogger efe supone...

Nono Trakinas: y... es de escucha ardua.
mer: Gracias. A veces me inspiro.

16 junio, 2006 18:03  
Blogger Chiquilín de Bachín supone...

Se me puso la piel de gallina leyendo este post. Muy lindo.

16 junio, 2006 23:24  
Blogger jazzbopol supone...

Muy bueno. Ciertamente superlativo.

17 junio, 2006 15:49  
Anonymous Anónimo supone...

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<< volvé a ficcionalista!