JIM, JAM & EL OTRO
viernes, noviembre 26, 2004
martes, noviembre 23, 2004
Yo quisiera que esto levante un poco. Pero, damas y caballeros, parece que la única forma en que se motivan y participan es cuando se mete gente que enmierda los ventiladores. Después se llaman a silencio. Todo bien. Pero consideren que un pobre docente, en esta época tirana de fines de curso, se convierte en un esclavo con birome de color que corrige ortografía y pone numeritos en cuanto papel se le cruza por enfrente. Así, realmente, la cosa se pone cuesta arriba.
Llueve. No sé si interesa la apreciación meteorológica pero es así.
Y se nos fue Castelo, el ironista. Mierda: no puedo dejar de dar vueltas por ese triste lugar común de que por qué habiendo tanto hijo de puta suelto, se termina yendo el canoso. Lo conversaba hoy con Pusher: quedamos más solos.
Pasémoslo con Chet Baker, Billie Holiday, Elis Regina y Tom Jobim.
Y llueve.
Hay motivos suficientes.
domingo, noviembre 21, 2004
Visto y considerando que ando bastante ocupado como para andar posteando cosas ingeniosas muy seguido, propongo a los ficcionalistas frecuentes (también a los eventuales, por qué no) que vayan pensando qué fue lo mejor que leyeron, vieron y escucharon este año que se va agotando.
Se me ocurre que también podrían pensar en lo peor. Y que podrían proponer categorías.
Me parece que tanta exposición a High Fidelity está deteriorando mi cerebro.
Eso.
Nada más.
f!
PS: pueden dejarlo en los comentarios o mandar mail. Lo que gusten.
lunes, noviembre 15, 2004
LOST IN TRANSLATION / FIND IN DUBBING O
DE CÓMO ARRUINAR UNO DE LOS MEJORES FINALES DEL CINE RECIENTE
El viernes, de paso por la esquina de Puán y Rivadavia, no pude resistir la tentación de entrar al Blockbuster y ver qué había en la góndola de DVDs pre-alquilados a la venta. Con el sólo fin de ahorrar unos pesos en alguna película que valiese la pena empecé a urgar entre títulos bastante siniestros/comerciales/desastrosos (había de todo) cuando me encontré con 2 (dos) copias de -suenen clarines, alegría inconmensurable, no-lo-puedo-creer y dios-existe-y-está-de-mi-lado, más otras expresiones de júbilo y agradecimiento al destino- Lost In Translation. Primer disco: desastre tal que sólo podría figurarse imaginando a un niño con destornillador en una mano y disco en la otra, dándole para que tenga. Segundo disco (por-favor-diosito-por-favor-diosito): impecable. Abono los $24.90 correspondientes y me retiro alborozado.
Fin de semana ocupado. La cajita se queda sin abrir arriba de la mesa.
Hoy -de hecho hace menos de media hora- pongo el disco y comienzo a disfrutar del material adicional. Exquisito. Escenas que quedaron afuera. Bill Murray y Sofía Coppola conversando en una terraza en Roma contando intimidades del rodaje. Maravilloso.
No puedo resistirlo y voy a la escena final. Cómo que Belcebú existe que involuntariamente cambio el audio a "Español" y me encuentro a Murray, diciéndole al oído a Johansson una pedorrada tal como "Quiero que sepas que jamás voy a olvidarme de todo esto ¿De acuerdo?". ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!
Presa de la Santa Indignación empecé a recorrer audios y subtítulos en inglés, español y portugués... Nada... Es más, el close caption en inglés dice claramente "[Whispering, Indistint]" Los muy hijos de puta -sepan disculpar, no tienen otro nombre-, que doblaron para those-fucking-south-americans evidentemente suponen que, o bien pueden explicar algo inexplicable o que la gente al sur del Río Bravo es pelotuda y necesitan que le expliquen, o vaya uno a saber qué inventando un final y convirtiendo una obra de una sutileza y exquisitez incomparables en una absoluta poronga atómica (la expresión y el resaltado son míos. Sigan disculpando).
Indignadísimo. Indignadísimo.
Eso.
Nada más.
DE CÓMO ARRUINAR UNO DE LOS MEJORES FINALES DEL CINE RECIENTE
El viernes, de paso por la esquina de Puán y Rivadavia, no pude resistir la tentación de entrar al Blockbuster y ver qué había en la góndola de DVDs pre-alquilados a la venta. Con el sólo fin de ahorrar unos pesos en alguna película que valiese la pena empecé a urgar entre títulos bastante siniestros/comerciales/desastrosos (había de todo) cuando me encontré con 2 (dos) copias de -suenen clarines, alegría inconmensurable, no-lo-puedo-creer y dios-existe-y-está-de-mi-lado, más otras expresiones de júbilo y agradecimiento al destino- Lost In Translation. Primer disco: desastre tal que sólo podría figurarse imaginando a un niño con destornillador en una mano y disco en la otra, dándole para que tenga. Segundo disco (por-favor-diosito-por-favor-diosito): impecable. Abono los $24.90 correspondientes y me retiro alborozado.
Fin de semana ocupado. La cajita se queda sin abrir arriba de la mesa.
Hoy -de hecho hace menos de media hora- pongo el disco y comienzo a disfrutar del material adicional. Exquisito. Escenas que quedaron afuera. Bill Murray y Sofía Coppola conversando en una terraza en Roma contando intimidades del rodaje. Maravilloso.
No puedo resistirlo y voy a la escena final. Cómo que Belcebú existe que involuntariamente cambio el audio a "Español" y me encuentro a Murray, diciéndole al oído a Johansson una pedorrada tal como "Quiero que sepas que jamás voy a olvidarme de todo esto ¿De acuerdo?". ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!
Presa de la Santa Indignación empecé a recorrer audios y subtítulos en inglés, español y portugués... Nada... Es más, el close caption en inglés dice claramente "[Whispering, Indistint]" Los muy hijos de puta -sepan disculpar, no tienen otro nombre-, que doblaron para those-fucking-south-americans evidentemente suponen que, o bien pueden explicar algo inexplicable o que la gente al sur del Río Bravo es pelotuda y necesitan que le expliquen, o vaya uno a saber qué inventando un final y convirtiendo una obra de una sutileza y exquisitez incomparables en una absoluta poronga atómica (la expresión y el resaltado son míos. Sigan disculpando).
Indignadísimo. Indignadísimo.
Eso.
Nada más.