COSAS QUE SE ESCUCHAN POR RADIO
Quiero compartir con ustedes una columna de Jorge Halperin en el programa "Mirá lo que te digo" (Radio Mitre, AM 790, Lun. a Vie. de 15 a 18 hs.) que salió al aire el pasado 1ro. de septiembre. Es, por su claridad, lucidez y simpleza, una verdadera maravilla.
Al que no le guste, le recomiendo Radio 10, AM 710.
A cualquier hora, total, son siempre igual de reaccionarios.
"Ustedes saben que un gran tema de la semana es el aumento del salario mínimo, si va a ser de 424, 450 o más. Salga lo que salga, y aunque por supuesto es bienvenido, ese aumento lo van a recibir sólo 350.000 de los 12 o 14 millones de trabajadores. Y ni los beneficiarios ni el grueso de los trabajadores en negro, que son casi la mitad de todos los trabajadores argentinos, ni mucho menos los desocupados, van a poder salir de la pobreza o la miseria por el aumento que salga esta semana.
Espero que nadie se enoje si digo que tenemos una situación de emergencia al lado de la cual una gran inundación, una epidemia, el atentado a la AMIA o todos los secuestros juntos son un poroto: 2.500.000 de desocupados; 18 millones de personas, ocupados o desocupados, debajo la línea de pobreza..
¿Hay algo más urgente? De todas maneras, no es un campeonato de urgencias, yo tengo la mejor urgencia, sino que es una prioridad y que, aún los problemas de seguridad no se los arregla sin atacar la catástrofe de las desigualdades y la pobreza. Bueno, y tenemos, frente a ese drama, al gobierno más sensible de todos los que nos han gobernado desde que volvió la democracia. Y así y todo, con planes trabajar y todo, este gobierno ha hecho muy poco para atacar el mayor problema de la Argentina de 2004: la pobreza, la miseria, las carencias de todo tipo.
¿Y saben por qué se ha hecho muy poco? Quizás voy a molestar con lo que diga. Por culpa de nuestra manera de pensar. Más allá de la falta de decisión del gobierno, la sociedad no presiona tanto al presidente y al ministro de Economía para que haga algo urgente sobre la pobreza como se lo presiona por el tema de la inseguridad, que es muy grave porque nos afecta a todos, pero no es el problema más grave en este país de 36 millones.
Los pobres y desocupados no tienen un Blumberg de aspecto agradable, de hablar prolijo y con un tono mesurado. Lo único que hay del lado de los pobres son los piqueteros, y muchos de ellos no son agradables.
Pero todavía los pobres tienen un problema mayor: cambiarnos la cabeza. Ayer conté las opiniones del ex director de UNICEF, Aldo Isuani, acerca de que en la Argentina no hay políticas sociales a fondo. Y dije que buena parte de la ayuda que reciben los pobres se basa en un principio según el cual el que da no tiene obligación de dar y el que recibe no tiene derecho de recibir.
Entonces escuchás en la calle a mucha gente que dice: los planes trabajar corrompen la cabeza de los pobres porque prefieren quedarse en la casa a esperar el subsidio en lugar de salir a buscar trabajo.
Muy bien, fíjense cuál es la diferencia entre nuestra sociedad y una sociedad más desarrollada como las de los países europeos más avanzados. Allí arraigó un concepto que es la base de las políticas sociales: que toda persona, por el simple hecho de ser ciudadano, tiene derecho a que la sociedad provea a sus necesidades básicas (salud, alimentación, vivienda, educación).
En Europa un subsidio al desocupado o al careciente es un derecho, no es una gauchada o una prebenda. Es una obligación dárselo. Y sólo los más atrasados creen que vos corrompés a alguien porque le das un subsidio.
Y entonces ustedes pueden preguntarme: ¿por qué va a ser una obligación de la sociedad dar?¿por qué no se lo gana el pobre? Y, cuando preguntamos eso, en el fondo estamos influenciados por la filosofía norteamericana, que piensa que una sociedad es una suma de individuos y que cada cual es responsable por lo que hace, y cada cual se gana lo que tiene y es culpable de lo que le falta.
Ese punto de vista proviene de un gran error: la idea de que una sociedad es una suma de individuos. Y que cada uno es resultado exclusivo de lo que hizo él mismo y, como mucho, sus padres. Pero eso es falso. Una sociedad es una trama solidaria de individuos. Una simple suma de individuos no hace una sociedad. Llegamos a ser lo que somos porque hay una trama cooperativa que nos permite ser y desarrollarnos. Si no, no existirían los caminos, ni las escuelas, ni los sanatorios u hospitales ni nada compartido. No existirían si dos o más tipos no se hubieran dado cuenta de que tenemos necesidades comunes y que hay que juntar esfuerzos.
Yo provengo de una familia que tuvo en algún momento un buen pasar, pero creanme que yo no sería nada si hubiera dependido exclusivamente del esfuerzo de mis padres y de mi mismo. Cuando me enojo porque tengo que pagar impuestos y este Estado te da tan poco, me olvido de que no es este Estado, es el Estado de todas las épocas que, malo o bueno, desastroso o no, hizo posible que yo tuviera calles para caminar, agua corriente, luz, gas, escuelas, semáforos, plazas, etc., etc. O sea, es la sociedad encarnada en el Estado.
No somos Robinson Crusoe y no seríamos nada si todo dependiera exclusivamente de nosotros. No somos sin los otros. Si comprendemos esto, también seremos capaces de comprender que hay una parte de nosotros que tuvo y tiene menos oportunidades, que el punto de partida es desigual. El chico que hoy se cría con toda clase de carencias no llegará igual que mis hijos y mis nietas. No puedo juzgarlo con la misma vara con la que juzgo a un individuo que ha tenido todas las posibilidades y abandonarlo a su suerte. NO quiero vivir en un país lleno de excluidos.
Si yo entiendo que la cifra de 2.500.000 de desocupados y de 18 millones de pobres no comprende a los vagos, a los que están así porque quieren estar, si comprendo que la vida de muchos millones ha sido una vida de carencias, no puedo exigirles que se las arreglen solos, que, insisto, nadie se las arregla solo, ni los ricos. Más aún si entiendo que la pobreza y la desocupación de millones ha sido resultado de políticas económicas que no ejecutaron los pobres, políticas que muchos de nosotros apoyamos, y que esa pobreza y esa desocupación no la buscaron los que se quedaron sin trabajo y sin un peso, aunque hayan apoyado, equivocados como muchos de nosotros, a aquellos que ejecutaron su destino.
Nadie se arregla sólo, mucho menos lo ricos. Los ricos tienen ejércitos de abogados y contadores para pagar menos de sus obligaciones, utilizan el trabajo de mucha gente para aumentar su riqueza y muchas veces les pagan salarios de miseria. Tienen el poder económico para doblegar a veces la voluntad de los jueces en su favor, y tienen el poder para doblegar a los gobiernos.
Los ricos no se las arreglan solos, aunque prediquen la filosofía norteamericana de que cada uno se las arregla como puede. ¿Por qué pedirles, entonces, a los pobres que se las arreglen solos? Vuelvo a mencionar la razón principal para que se ejecute una política social más activa: toda persona por el simple hecho de ser ciudadano, tiene derecho a satisfacer sus necesidades fundamentales. Y es obligación de la sociedad proveerlas.
A quienes piensan que darles subsidios a los pobres es pernicioso porque los acostumbra a vivir sin trabajar hay que preguntarles cuántos de ellos, la mayoría, han recibido alguna vez algo de sus padres, una casa, una ayuda de cualquier tipo, o de los amigos. ¿Y se corrompieron por eso?. Y los que no han recibido nunca nada de sus padres ni de sus amigos ni de nadie no existen, pero los que sientan eso piensen si eso es lo deseable, si el mundo sería mejor poblado por 6.000 millones de egoístas.
A menos que piensen que los pobres tienen una inferioridad en su naturaleza. En ese caso, el que lo piense tiene la mente detenida en el siglo XIX, cuando se creía que había razas inferiores y razas superiores.
Bueno, mientras sigamos pensando que quien da no tiene obligación de dar y quien recibe no tiene derecho a recibir seguiremos viviendo en una sociedad atrasada e insegura porque los gobiernos reflejarán nuestra mentalidad atrasada. Y seguiremos puteando contra el clientelismo, hijo de las filosofías egoístas, y contra los pobres que me interrumpen el tránsito con sus molestos reclamos."
1 comentario(s):
Sé que es vieja la columna pero igual de actual la reflexión.
Totalmente de acuerdo... Ahora ¿qué hacemos para emperejar las condiciones y que el punto de partida sea más justo?
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<< volvé a ficcionalista!