domingo, diciembre 12, 2004


¿QUÉ NOS PASA A LOS ARGENTINOS, EH? o CHOCOLATE POR LA NOTICIA o DE CÓMO CLARÍN NO ES MÁS QUE UNA MALA VERSIÓN DE BARCELONA

TENDENCIAS: ENCUESTA A CASI 3.000 PERSONAS SOBRE SU CONSUMO CULTURAL
Uno de cada dos argentinos no leyó un solo libro en el último año

El 61,9% no supo dar el nombre de un escritor conocido. Entre los lectores, sólo el 30% leyó más de tres libros en un año. Cómo juega el impacto del empobrecimiento económico y la crisis educativa.

Patricio Downes.
pdownes@clarin.com


La cifra duele. Pero por lo que encierra más que por lo que revela. Un estudio sobre costumbres y consumo cultural en el país reveló que el 52 por ciento de los argentinos no leyó un solo libro a lo largo del último año. Hay otro dato más revelador todavía: el 61,9 por ciento de los encuestados fue incapaz de nombrar a un escritor conocido cuando se le pidió hacerlo. Por otra parte, el 48 por ciento que admitió haber leído libros en el último año lo hizo a un promedio de uno cada tres meses. Ese promedio encierra un 70 por ciento de encuestados que leyó entre uno y cinco libros en el año y apenas un 30 por ciento que leyó más de cinco libros. Finalmente, los lectores se ubican en los sectores de mejor nivel socioeconómico y de los de mayor edad, de 35 años en adelante.
[...]
El estudio también parece emparentar el enorme déficit de lectura en los adultos con la crisis económica. El esparcimiento y la cultura, así como la educación no formal, figuran en último lugar en la tabla de inversiones familiares, muy por debajo de la canasta básica, a la que se destina el 43 por ciento de los ingresos, y por debajo de los restantes rubros: vestido y calzado, servicios públicos, pago de impuestos, cobertura médica, transportes, educación formal, crédito, alquiler y reparaciones en las viviendas y equipamiento del hogar.
[...]
Pese al éxito anual multitudinario de la Feria del Libro, un fenómeno masivo limitado a la ciudad de Buenos Aires, que hace pensar en una entusiasta adhesión a la lectura, las cifras de todo el país dicen lo contrario. Sobre todo en regiones lejanas o ciudades pequeñas, donde la demanda está condicionada por la oferta y la oferta es o bien escasa o bien inexistente o bien limitada a los best-séller.
[...]

Acá se les coló una voz interesante:

Pero la abjuración hacia la lectura no parece ser sólo un problema de chicos. Silvia Finocchio, investigadora de Flacso, apunta precisamente a los más grandes y no a los más chicos: "Lo primero y principal es reponer los vínculos de los propios adultos con la lectura y la escritura. Hay que sensibilizar y fortalecer a los docentes hoy, porque sólo un docente apasionado con la lectura y la escritura puede enseñar a leer y escribir. El drama proviene de la última dictadura militar: aquí hubo un golpe muy importante contra la cultura letrada que afectó a los libros, a la escritura, a la lectura y que se viene profundizando. También hay un discurso de los medios sobre el problema que lleva a los chicos a creer que ellos no pueden comprender un texto. Si estigmatizó a los jóvenes hoy, es muy difícil que puedan comprarme como lectores en la generación siguiente."
[...]

------------------------------------------------------------------

¿Quereís más y más arrolladoras semejanzas?

------------------------------------------------------------------

punto de vista
No tenemos excusas
Alberto Amato
aamato@clarin.com


Casi en forma paralela a su empobrecimiento, la sociedad argentina se ha embrutecido: no basta sino sentarse todo un día frente al televisor, si es posible resistirlo, y hacer cuentas. La tele es uno de los medios que más reflejan el nivel cultural de un país. En la tele casi nadie lee. Y se nota. En las calles tampoco lee nadie. Y también se nota. Avidos por las excusas, ponemos las culpas afuera: no hay ni tiempo ni plata para leer. No es cierto. Nunca hubo ni plata ni tiempo para libros y para lectura. Y sí hubo un país lector. Abandonamos la lectura como abandonamos otros elementos clave de la cultura: la creatividad, el debate crítico, la pasión por el disenso, por el cambio. Es triste, pero no hay excusas.
------------------------------------------------------------------


¡¡¡WOW!!! ¡Cuánta lucidez! ¡Y se nota!

...y por último...

------------------------------------------------------------------

Y, ahora sí: que se vengan los megaculos y las megatetas nomás...

Fuente: Clarín, Sociedad, 12.12.2004