sábado, febrero 05, 2005


LOS BELLOS HÁBITOS

Tres tazas. Lala pone el agua al fuego en una cafetera enlozada, blanca, con florones enormes, rosados. Bo organiza todo en el otro cuarto moviendo las cosas de acá para allá, respetando un protocolo espontáneo, un orden que el mismo desconoce: estos discos sobre la mesa, esta revista sobre la cama. La caja de té ofrece los módicos dones como sobrecitos de colores. En dos tazas iguales, té verde; ceylon con limón para la tercera, diferente.
Saco el agua del fuego antes de que hierva y la vierto sobre los saquitos en cada taza. Ella me había revelado que las vacaciones le habían dejado el hábito infundible cada noche. En silencio, llevamos las tazas a la mesa. En silencio, bebemos. Bo manifiesta -involuntario- una ansiedad de mudanza. Lala toca su pierna. Bo le hace una observación. Lala asiente. El vapor se eleva por sobre las tazas.
Mañana será otro día.