EN EL TUNEL DEL TIEMPO
Debo a la conjunción de dos hechos el (re)descubrimiento de lo que sigue.
Hace poco más de un mes volví a ver Psycho. Y poco después volví a ver Psycho. Una, la de Hitch; otra, la de Van Sant. Lo que parece ser dos hechos es en realidad apenas el segundo de una módica serie de dos. El primero tuvo lugar hace un par de meses cuando el amigo jazzbopol me recordó una reseña que había escrito hace tiempo atrás para un dossier sobre cine en ByN. Había sido publicada en 1999 pero yo entonces no lo recordaba. Entonces hace dos meses, no hace seis años. La cosa es que en un backup viejo apareció así, como de improviso para alegrarme la tarde de ayer. Van Sant hizo hace poco Elephant, una película enorme. Hoy lo trataría un poco mejor. Me parece que Van Sant no quizo ser Hitchcock. Quizo ser apenas Pierre Menard. Por todo esto bien podría titularse lo que sigue Gus Van Sant, director de Psicosis.
Eso. Nada más.
UN ESTUDIO DE LAS PSICOSIS
De entre las veintitrés razones con las que Gus Van Sant pudo haber justificado la remake de Psycho eligió tal vez la menos convincente: ya ningún joven quiere ver una vieja película y menos si es blanco y negro. No vamos a contradecir lo que pueda haber de verdad en esa explicación pero tampoco seremos lo suficientemente ingenuos como para creerla cierta de buenas a primeras.
Hitchcock declaraba que su decisión de filmar el violento crimen de la Sra. Bates en blanco y negro respondía más a una cuestión de pudor que a una razón estética. En el trailer, en el que él mismo presentaba el filme, anticipaba: “Ahora este lugar (el baño/escena del crimen) está limpio. Deberían haberlo visto antes... La sangre estaba... No, no puedo decirles”. De no contar Mr. Alfred con el beneficio de la duda podríamos tratar esta última justificación como uno más de sus acostumbrados engaños. Hitchcock sabía cómo daba en cámara lo que tenía enfrente. Sabía que la mayor parte del horror al que Psycho nos exponía no pasaba por el ojo sino por la mente del espectador. Y mientras que el impacto logrado por la sangre en el pleno de su coloración se hubiera limitado al minuto 45 de la película, ese clima provocado por el blanco y negro agobiante se extiende a lo largo de toda la cinta.
El director, quien también era reconocido por sus capacidades técnicas, hubiese podido realizarla de otra manera. Cuando filmaba Festín diabólico / La soga [Rope, 1948], su primera película color, aceptó varios desafíos entre los que se contaba el de la iluminación. Hasta ese momento el blanco y negro permitía en este tema un cierto descuido en lo que tenía que ver con el vestuario y la escenografía. Lo que en blanco y negro estaba permitido, en color se evidenciaría como desprolijidad. A este problema se sumaba el de que la acción transcurría en tiempo real y todo sería registrado como un único plano secuencia. Las luces y la coloración de la película deberían reflejar el paso del tiempo, lo que es peor, el momento del atardecer. Hitchcock se deshizo de un rollo completo solo porque el color que dominaba la toma no le complacía.
El maestro del suspenso sabía como hacer Psycho en color pero eligió no hacerlo. Sabía que el director de cine podía elegir, como puede hacerlo un pintor, entre dos paletas de colores. Cada una de ellas tienen sus ventajas y sus limitaciones expresivas pero una mano experta puede utilizar y explotar esto en beneficio público y suyo propio. Además de la cuestión moral arriba citada.
Sería interesante que en lo sucesivo Van Sant se asincerara con la gente y pusiera de manifiesto la verdadera razón de su copia/remake. Algunos intuirán que, en el sentido borgeano que entiende que todos los hombres tal vez sean un mismo hombre, Gus quiso ser Alfred. Sospechamos que esa no es la primera de sus veintitrés razones.
Psicosis [Psycho, 1960] D: Alfred Hitchcock. Anthony Perkins, Janet Leigh.
Psicosis [Psycho, 1998] D: Gus Van Sant. Vince Vaughn, Anne Heche.
Hace poco más de un mes volví a ver Psycho. Y poco después volví a ver Psycho. Una, la de Hitch; otra, la de Van Sant. Lo que parece ser dos hechos es en realidad apenas el segundo de una módica serie de dos. El primero tuvo lugar hace un par de meses cuando el amigo jazzbopol me recordó una reseña que había escrito hace tiempo atrás para un dossier sobre cine en ByN. Había sido publicada en 1999 pero yo entonces no lo recordaba. Entonces hace dos meses, no hace seis años. La cosa es que en un backup viejo apareció así, como de improviso para alegrarme la tarde de ayer. Van Sant hizo hace poco Elephant, una película enorme. Hoy lo trataría un poco mejor. Me parece que Van Sant no quizo ser Hitchcock. Quizo ser apenas Pierre Menard. Por todo esto bien podría titularse lo que sigue Gus Van Sant, director de Psicosis.
Eso. Nada más.
UN ESTUDIO DE LAS PSICOSIS
De entre las veintitrés razones con las que Gus Van Sant pudo haber justificado la remake de Psycho eligió tal vez la menos convincente: ya ningún joven quiere ver una vieja película y menos si es blanco y negro. No vamos a contradecir lo que pueda haber de verdad en esa explicación pero tampoco seremos lo suficientemente ingenuos como para creerla cierta de buenas a primeras.
Hitchcock declaraba que su decisión de filmar el violento crimen de la Sra. Bates en blanco y negro respondía más a una cuestión de pudor que a una razón estética. En el trailer, en el que él mismo presentaba el filme, anticipaba: “Ahora este lugar (el baño/escena del crimen) está limpio. Deberían haberlo visto antes... La sangre estaba... No, no puedo decirles”. De no contar Mr. Alfred con el beneficio de la duda podríamos tratar esta última justificación como uno más de sus acostumbrados engaños. Hitchcock sabía cómo daba en cámara lo que tenía enfrente. Sabía que la mayor parte del horror al que Psycho nos exponía no pasaba por el ojo sino por la mente del espectador. Y mientras que el impacto logrado por la sangre en el pleno de su coloración se hubiera limitado al minuto 45 de la película, ese clima provocado por el blanco y negro agobiante se extiende a lo largo de toda la cinta.
El director, quien también era reconocido por sus capacidades técnicas, hubiese podido realizarla de otra manera. Cuando filmaba Festín diabólico / La soga [Rope, 1948], su primera película color, aceptó varios desafíos entre los que se contaba el de la iluminación. Hasta ese momento el blanco y negro permitía en este tema un cierto descuido en lo que tenía que ver con el vestuario y la escenografía. Lo que en blanco y negro estaba permitido, en color se evidenciaría como desprolijidad. A este problema se sumaba el de que la acción transcurría en tiempo real y todo sería registrado como un único plano secuencia. Las luces y la coloración de la película deberían reflejar el paso del tiempo, lo que es peor, el momento del atardecer. Hitchcock se deshizo de un rollo completo solo porque el color que dominaba la toma no le complacía.
El maestro del suspenso sabía como hacer Psycho en color pero eligió no hacerlo. Sabía que el director de cine podía elegir, como puede hacerlo un pintor, entre dos paletas de colores. Cada una de ellas tienen sus ventajas y sus limitaciones expresivas pero una mano experta puede utilizar y explotar esto en beneficio público y suyo propio. Además de la cuestión moral arriba citada.
Sería interesante que en lo sucesivo Van Sant se asincerara con la gente y pusiera de manifiesto la verdadera razón de su copia/remake. Algunos intuirán que, en el sentido borgeano que entiende que todos los hombres tal vez sean un mismo hombre, Gus quiso ser Alfred. Sospechamos que esa no es la primera de sus veintitrés razones.
Psicosis [Psycho, 1960] D: Alfred Hitchcock. Anthony Perkins, Janet Leigh.
Psicosis [Psycho, 1998] D: Gus Van Sant. Vince Vaughn, Anne Heche.
3 comentario(s):
Con palabras muy sencillas describes el "ambiente" en que la película fue originida, pensada, y bastan para volver a admirarla. Super, lo disfruté. Y en el fondo se entiende la crítica: un remake de dicho gigante no puede justificarse en el marketing.
pd: y Menard quiso ser Cervantes... bueh, no me tiro más comentario, se lo dejo a los que saben. Saludos.
En verdad la remake de Gus Van Sant es algo desconcertante en su filmografía. Un capricho, quién sabe. Más proveniente de un tipo que supo patear el tablero con narraciones atípicas como Drugstore cowboy, My Private Idaho y Even cowgirls get the blues, esta última filmada con subjetiva afiebrada en peyote con una uma thurman de pulgares enormes perfecta para una road movie.
Su paso al mainstream con Todo por un Sueño y En busca del destino siguió valiéndole el cinco sobre cinco pero después vino su Psycho y su autoplagio en Descubriendo a Forrester que hicieron pensar lo peor... Por suerte vino con Matt Damon a nuestro norte a filmar la inclasificable Gerry y después se superó con Elefante.
Definitivamente pongo la ficha a que Psicosis fue un capricho.
Y la de Sean Connery para pagar las deudas.
Gus te perdonamos!
PD: Don F! en Drugstore Cowboy es inolvidable el personaje de Matt Dillon, flor de hijo de puta, pero la Dianne de Kelly Lynch es un infierno. Con decirle que le pasa el trapo a Heather Graham con quien comparte pantalla. Digo, a usted que en El Duro Doña Kelly no le movió un pelo...
PD: siguiendo con Drustore Cowboy, imperdible también el cameo de William Burroughs como un veterano sacerdote adicto por el que los personajes principales peleaban por ser sus monaguillos durante la pubertad para irse a picar juntos despues de misa.
AVISO IMPORTANTE: (Para quienes no tienen el placer de compartir pizza y cerveza con el Tigre) El tipo es así TODO EL TIEMPO. No crean que toda esa data la busca en internet para la ocasión. Es así siempre. Algunos -entre quienes a veces me encuentro- consideran que la mitad de la info es falsa pero no hay modo de comprobarlo.
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