jueves, abril 15, 2004

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3. En el incidente, no es la causa lo que me retiene y repercute en mí, es la estructura. Toda la estructura de la relación viene a mí como se tiende un mantel: sus resaltos, sus trampas, sus callejones sin salida (así, en la minúscula lente que adornaba el cortaplumas de nácar, podía yo ver París y la Torre Eiffel). No recrimino, no sospecho, no busco las causas; veo con pavor la extensión de la situación en la que estoy preso; no soy el hombre del resentimiento, sino el de la fatalidad.

(El incidente es para mí un signo, no un indicio: el elemento de un sistema, no la eflorescencia de una casualidad.)

4. A veces, histéricamente, mi propio cuerpo produce el incidente: una velada de la que anticipaba el goce, una declaración solemne de la que esperaba un efecto benéfico, las bloqueo con un cólico, con una gripe: todos los sustitutos posibles de la afonía histérica.

Roland Barthes, “Acontecimientos, reveses, contrariedades”, en Fragmentos de un discurso amoroso.