viernes, diciembre 24, 2004


Tuve la mala idea de salir a la calle ayer por la noche -jueves 23- y hoy por la mañana. Yo no sé qué espíritus poseyeron los cuerpos de toda esa gente. No pude ir ni siquiera a comprar una caja de cereales al supermercado; todos con sus bolsas y cajitas de acá para allá, muy alienados. Cuando todo se puso oscuro como si un eclipse imprevisto, cuando el cielo se cubrió de nubes espesísimas y pareciera advenir el mismísimo fin del mundo pensé: “sí, por fin, la furia del todopoderoso se va a desplegar por sobre la tierra toda; tiene legiones enteras de ángeles construyendo y acondicionando locomotoras para lanzarlas de punta desde las inconmensurables alturas y así, de una vez por todas, acabar con la conducta de estos réprobos que, en nombre de un falso espíritu navideño, desatan su furia consumista sin más…”
Y cayó esa lluviecita de mierda.
Y nos seguimos cagando de calor.
Qué injusticia.

Addenda de las 14:27: El frente de tormenta, para ser honestos, hizo bajar la temperatura a un nivel tolerable. La divinidad pareciera no saber de justicia pero si de misericordia.