Estimado compatriota: sé que a usted no lo van a engañar los diarios, ni la pantalla televisiva, ni las radios manejados por poderosos grupos económicos. Sé también que está informado de que De Narváez gasta $867.000 por día en su campaña electoral y además, tengo la certeza de que a usted no le convencen “los versos” que pregona la mayoría de los políticos en declinación. (También usted advirtió, seguramente, que el abogado defensor de De Narváez en el caso de la efedrina es Mariano Cúneo Libarona, quien casualmente es el penalista que defiende a Menem en los juicios por sus negociados.) ¿Cómo no lo va a saber si usted pertenece a la clase media de la Ciudad de Buenos Aires que lee diarios y mira televisión?
Le escribo estas líneas porque sé también que a usted le molestan algunas cosas del kirchnerismo, o muchas. Le confieso que también a mí me dejan insatisfecho algunos aspectos de esta gestión.
Se lo repito, aunque usted sabe bien quiénes son “los otros”: los peronistas Menem y Duhalde, los radicales que estuvieron con De la Rúa, el gran consorcio empresario de los Macri y el multimillonario que encubre las aspiraciones de Duhalde pues, como usted sabe, De Narváez no puede ser presidente porque no es argentino nativo. Y hasta algunos “videlistas” como la “procesista” Cecilia Pando, fervorosa representante de los represores y admiradora de Duhalde, es decir, De Narváez.
Son los que quieren volver a la Corte Suprema en manos de jueces corruptos como en el 2000, a las humillaciones de la Argentina sometida a “relaciones carnales” con los Estados Unidos como en 1998 y subordinada a los planes recesivos del Fondo Monetario Internacional, así como al incesante crecimiento de la deuda externa, con Cavallo y compañía.
Se acuerda, ¿no es cierto? cómo subía todos los días el riesgo país, y los intereses, y el saqueo… Quieren volver a entregar a los financistas especuladores el manejo de los aportes jubilatorios, volver a la libre importación que destruyó gran parte de nuestra industria y provocó la desocupación, de donde surgió la delincuencia y la inseguridad que todavía sufrimos.
¡Cómo no se va a acordar! Usted, comerciante minorista que estaba la mayor parte del día con los brazos cruzados esperando clientes que no llegaban en aquella época desgraciada; usted, joven con inquietudes, que estuvo tentado de sumarse a las colas ante las embajadas de España e Italia, junto a tantos amigos que veían cerrados sus horizontes en nuestro país. Y usted, víctima de los negociados de Menem, que llegó a explotar un cuartel para que no se pudieran contar las armas que se habían vendido ilegalmente, o estafado por De la Rúa, “el moralista” que sobornó a los senadores para sancionar la Ley de Flexibilidad Laboral. ¿Se acuerda de esa ley? ¿Se acuerda de los contratos basura?
Todos ésos son los responsables de aquella Argentina hundida en el fango, en la miseria y la corrupción… y de los cinco presidentes en una semana, ¿se acuerda? Y del corralito y el corralón, cuando tuvimos que salir a la calle, con las cacerolas, para reclamar “que se vayan todos”.
¡No me diga que no se acuerda! Búsquelos en las listas de la oposición. Algunos aparecen, otros están escondidos detrás de De Narváez y de Michetti, mientras Menem y Duhalde ya se frotan las manos pensando que algunos confundidos van a votar a sus títeres y hasta los amigos de De la Rúa se preparan para rebajar, de nuevo, sueldos y jubilaciones, como en aquella época, cuando López Murphy propuso rebajar a la mitad el presupuesto de Educación y Salud para arreglar la economía.
¿No me diga que se olvidó? No puedo creerlo. Aquello no va más y usted lo sabe. No lo van a engañar con las pavadas de si Cristina cambia o no de cartera todos los días o si Kirchner vocifera en vez de persuadir. A ellos les molesta el Gobierno por sus aciertos y no por sus errores, y prometen una Argentina venturosa, cuando tienen el proyecto de volver a los ’90.
Porque aquí, mi amigo, se están jugando cosas mucho más importantes que las chicanas que maneja la oposición, precisamente porque no puede desnudar públicamente su proyecto de regreso al pasado: que si el Gobierno no hace reuniones de gabinete, que si Néstor influye sobre Cristina y otras “zonceras” en las cuales usted y yo no podemos detenernos cuando la cuestión central reside en cómo nos defendemos de la crisis mundial que va alejar de nuevo a los clientes de los comercios, que va a cerrar los horizontes de los jóvenes si vuelven los responsables de que la Argentina estallara en el 2001.
Con algunas caritas nuevas –juveniles porque tienen tatuaje– ellos quieren tapar su proyecto nefasto: por eso no se sabe si son estatistas, fondomonetaristas, latinoamericanistas, ni siquiera si son democráticos o no, porque lo que son es el pasado, aquel que usted y yo vivimos, desde el ’74 hasta el 2003, cuando ellos gobernaban a favor de los grandes consorcios y de los grandes bancos.
Usted sabe, porque está informado, que desde el 2003 se ha bajado la desocupación y ha crecido el Producto Bruto como nunca en nuestra historia y que se vive mejor, aunque el conflicto con el campo desató inflación –más allá de que el INDEC intentase ocultarla– pero que ahora está más o menos controlada.
Usted sabe también, porque no es zonzo, que la Sociedad Rural no salió jamás, en toda su historia, ni tampoco ahora, a defender la democracia y el bienestar del pueblo, sino a proteger sus vacas y sus reproductores que valen millones, así como sus cuentas bancarias en el país y en el extranjero; que se trata de un reducido grupo de grandes terratenientes y sojeros a quienes sólo les interesa exportar y cuanto menos coman los argentinos, mejor, porque hay más mercadería para vender afuera, mientras tienen a los peones “en negro”.
Yo sé que usted entiende todo esto, pero le doy este alerta porque, después, los males los pagamos todos… Usted sabe bien que tenemos que terminar con la necedad de De la Rúa y la viveza de Menem y Duhalde. Y también sabe que todos queremos un país mejor para nuestros hijos y nuestros nietos, pero los que destruyeron lo que íbamos construyendo vienen ahora con “el verso” de un mundo mejor cuando siempre fueron la expresión de un mundo peor.
Este Gobierno, con sus limitaciones, y desaciertos, abre sin embargo un camino. Apóyelo por sus aciertos, sin por eso dejar de criticar sus errores, y empújelo hacia las transformaciones necesarias que urgen en nuestra Argentina.
Hay lo que hay, estimado amigo, y de todo lo que hay, no vote por el pasado. Yo sé que usted no va a jugar con fuego: porque ya otras veces ha sucedido que por creer que se vota lo mejor, se destruye lo que es más o menos bueno y volvemos a lo que es decididamente muy malo. En sus manos está el destino de la Argentina. Estoy seguro de que lo comprende
Sería catastrófico que si se equivocan muchos, en el futuro, tengamos que llorar juntos.
Norberto Galasso
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