jueves, abril 14, 2005

ENGRILL(ETE)ADO


Tenía intención de, como ayer, reventarme con dos buenas películas asiáticas en el Bafici. Desgraciadamente la copiosa lluvia que arremetía contra la ciudad -y que sigue haciéndolo- parecía no querer dar tregua.

A eso de las 17.00 me dije "bueno, a la cama a esperar a ver qué pasa...". Después de una hora de escuchar el persistente repiquetear de las gotas sobre los techos vecinos me di cuenta de que la espera era inútil.

Y me sentí culpable por no levantarme.

Y me cuestioné sobre eso de sentir como un deber aquello que tiene que ver con el placer

¿Desde cuándo ir al cine se convierte en una obligación? ¿por qué la idea de que estoy faltando en algo por culpa del maldito festival? Obviamente: cada uno de los títulos-cuidadosamente-seleccionados que se me escape puede significar que nunca más vea esa película. Algo así como una pálida y cinematográfica alegoría de la vida. Una inmensa selección de oportunidades calvas ordenadas en una grilla.

Odio que todo se ponga existencialista. Más en un giorno di merda come oggi.