sábado, enero 14, 2006

EN LA ALDEA GLOBAL

Ayer estuve caminando por La Boca. Hace años que no visitaba. Y décadas, si consideramos algo que estuviese por fuera de Caminito o que no tuviera-por-nombre/hiciera-referencia-a Benito Quinquela Martín.

Dos cosas: una sensación un tanto alienada y la confirmación de algo que debería haber notado bastante tiempo antes.

Primera: caminar por las calles no turísticas de La Boca es sentirse transportado a una geografía extraña que a mí se me antojó algo así como New Orleans (antes de Katrina). Debo confesar ésto no sin un dejo de mortificación personal, de un poco de pudor y vergüenza. Así es como uno termina teniendo esa mirada extrañada de la propia casa.

Segunda: Desde hace tiempo el nombre que más visitas trae a ficcionalista! -descontando recientemente a "Sabrina Garciarena"- es "Homero" y no se trata precisamente del cieguito griego. Lo que debería desde hace rato conocer es que Homero dejó de ser hace bastante el prototipo del americano medio para llegar a ser universal (en la pobre extensión que Occidente puede conferir al calificativo). Desde un cartel de centro comunitario pintado por manos un tanto legas en el arte del dibujo, uno que refería a la "República de La Boca" y en el que aparecía algún signo de la porteñidad que ahora me escapa al recuerdo, aparecía el gordo pater familiae Simpson mirando desde lo alto de la puerta de un viejo conventillo cercano al cuartel de bomberos.

Homer Simpson, King of the World, you know.