domingo, agosto 13, 2006

PESSOANA

Pienso a veces, con un deleite triste, que si un día, en un futuro al que ya no perteneceré, estas frases que escribo perdurasen reconocidas, habré encontrado por fin a la gente que me “comprenda”, a los míos, a la familia verdadera en cuyo seno nacer y ser amado.

Pero lo cierto es que, lejos de nacer en ella, para ese entonces ya habré muerto hará mucho. La comprensión recaerá sólo sobre mi esfinge, cuando el cariño ya no pueda consolar a quien ha muerto, de la indiferencia exclusiva que conoció cuando vivo.

Tal vez un día comprendan que cumplí, como ningún otro, mi deber innato de intérprete de una parte de nuestro siglo; y cuando lo comprendan, escribirán que en mi época fui incomprendido, que desgraciadamente viví entre el desinterés y las frialdades de los que me rodeaban, y que es una pena que tal cosa me sucediera. Y el que esto escriba será, en la época en que lo haga, tan poco comprensivo de mi análogo de aquel tiempo futuro, como lo son hoy aquellos con quienes convivo. Porque los hombres sólo aprenden para uso de sus bisabuelos, que ya murieron. A los muertos y a nadie más, sabemos enseñarles las verdaderas reglas para vivir.

En la tarde en que escribo, el día de lluvia paró. Corre una alegría del aire demasiado fresca contra la piel. El día se va acabando no en gris sino en azul pálido. Un azul tenue que se refleja, incluso, en los adoquines de la calle. Duele vivir pero de lejos. Sentir no importa. Se prende uno u otro farol.

En una ventana tan alta como la mía hay gente que se entretiene viendo cómo termino la jornada de trabajo. El mendigo que al pasar me roza se asombraría, si me conociese.

En el azul menos pálido y menos azul, que se refleja en los edificios, atardece un poco más de la hora indefinida.

Cae leve, hacia su fin, el día cierto, en que los que creen y se equivocan encajan en el trabajo de costumbre, y tienen en su propio dolor la felicidad de la inconsciencia. Cae leve, onda de luz que cesa, melancolía de la tarde inútil, bruma sin niebla que entra en mi corazón. Cae leve, suave, indefinida palidez lúcida y azul de la tarde acuática leve, suave, triste sobre la tierra simple y fría. Cae leve, gris, invisible, monotonía apenada, hastío sin pesadez.

Bernardo Soares. Libro del desasosiego, 191

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4 comentario(s):

Blogger lou supone...

pessoa, para mí, es la belleza de no estar sola adentro

13 agosto, 2006 19:33  
Blogger Ling supone...

Para mi que es un invento de Ficcionalista.

14 agosto, 2006 11:15  
Blogger Coxon supone...

De ser un invento de F! significa que se sentó a escribir, por lo cual descartamos esa teoría...

14 agosto, 2006 14:16  
Blogger efe supone...

No, Laumagog, no es la página. Es el número de fragmento según la edición de Zenith.

14 agosto, 2006 18:47  

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