domingo, junio 19, 2005

"NO HAY HECHOS; SÓLO INTERPRETACIONES"

Entonces, el Gran Hermeneuta sonrió.

En ese instante todos los presentes suspiraron con alivio. Sabían -habituados como estaban- que la sonrisa del Gran Hermeneuta servía siempre de antecedente a una declaración.

–Es un hombre tocando un piano–, dijo.

Y la Gran Sala estalló en un aplauso unánime.

Zanjada la cuestión que tuvo en vilo a Palacio por ocho horas y un tercio, todos asentían, muchos se llevaban las manos a la cabeza, algunos se palmeaban las espaldas y dos o tres tosían nerviosos. El Gran Hermeneuta se estiraba la punta del bigote derecho con la cabeza un poco erguida, levemente ladeada hacia la izquierda y con la mirada distante, fija en un punto más allá de los cristales de la ventana mayor del ala norte de la sala. Un gato gordo, blanco y negro, jugaba con un hilo que colgaba del mantel de la mesa de banquetes. El Oficial a cargo comenzó con los preparativos para, una vez acabado el brindis, desalojar a todos los distinguidos visitantes que se habían dado cita desde la mañana en los pasillos de Casa Real. Todo al mismo tiempo.

Lo más curioso es que después de tantas horas de tocar y tocar, después de los aplausos que siguieron a la sentencia del Gran Hermeneuta, después de que al gato gordo se le enredara el hilo en la pata y tirara tan fuerte que todo, mantel y vajilla, se le fuera encima y de que el Oficial a cargo instruyera concienzudamente a tres de sus subalternos en el orden en que las personas deberían retirarse según estricto protocolo, el hombre que tocaba el piano interrumpió su ejecución de manera abrupta, se levantó del taburete y se retiró por una de las puertas laterales de la sala sin siquiera saludar a los presentes.

Ya no había hombre que tocase el piano.

Entonces, el Gran Hermeneuta volvió a sonreir. Aunque, segundos más tarde, continuaba en silencio.

3 comentario(s):

Anonymous Anónimo supone...

El Gran Hermeneuta se estiraba la punta del bigote derecho y yo me acicalo la barba devorando con la mirada este post.
Un aplauso.
Un aliento incondicional.
Siempre su hinchada va a querer más

20 junio, 2005 12:55  
Blogger Claudio supone...

Y con el ruido salado del mar a sus espaldas se dio cuenta, con horror, que estaba desapareciendo.

Primero sus piernas se volvieron transparentes, luego su abdomen crecido y sus brazos. Cuando le desapareció el cerebro nadie se dio cuenta del cambio.

Es que son infinitos los lugares en los que no existimos, pensó mientras se desvanecía. Dejar de existir también en este que ocupo ahora no hará mucha diferencia.

Pero antes de extinguir su vida de arena y viento, el Gran Hermeneuta comprendió que no fue más que un personaje que me había inventado una noche de silenciosa fiesta. Al igual que los hechos y el mundo, el tampoco existía fuera de mi imaginación.

Después de aquella noche no lo he vuelto a pensar.

21 junio, 2005 03:02  
Anonymous Anónimo supone...

Whisky! solo si es posible...
Un beso grande!
Julita.

21 junio, 2005 20:53  

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